

El estudio del CSIC constata la alta concentración de nitrógeno y fósforo en las aguas, cuyo exceso puede alterar el equilibrio del ecosistema
Sin el nitrógeno y el fósforo no podríamos vivir. El primero, que es el 78% del aire que respiramos, es clave en las moléculas de ADN y ARN, los libros de instrucciones de los seres vivos; sin el segundo tendríamos imposible almacenar energía. Además, también se usan para aumentar los rendimientos agrícolas, en forma de fertilizantes de fosfatos y nitratos. El problema es que cuando aparecen en cantidades excesivas en un determinado entorno natural, el fósforo y el nitrógeno «sobrealimentan» a unos seres vivos por encima de otros, alterando el equilibrio del ecosistema: esto es la «eutrofización».
Eso es lo que podría suceder en Doñana si no se toman medidas urgentes, según un reciente estudio elaborado a partir de las observaciones realizadas en arroyos y aguas superficiales que desembocan en la marisma. El agua que llega a Doñana está contaminada por efecto de la agricultura intensiva y de la mala depuración de las aguas residuales. Irene Paredes, autora principal del informe, advierte de que este proceso puede «acelerar un cambio en la biodiversidad» del parque. «Está todo conectado. Si una planta desaparece, la especie que se las come va a sufrir. Es una cadena de efectos», explica a eldiario.es/Andalucía.
A pesar de la protección del parque nacional como Patrimonio de la Humanidad, y de toda la cuenca como Reserva de la Biosfera, los autores concluyen: «Hemos observado una mala calidad del agua persistente en las principales corrientes de entrada». En el estudio, publicado en febrero en la revista científica Wetlands Ecology and Management, participan investigadores del CSIC y de la Estación Biológica de Doñana.
Este fenómeno ya había sido observado en otros trabajos anteriores. En 2012, investigadores del CSIC y de las universidades de Huelva, Sevilla y Pablo Olavide publicaron el estudio La contaminación por eutrofización en arroyos que vierten a la marisma de Doñana, que concluía señalando la necesidad de incluir tratamientos terciarios para eliminar eficazmente el nitrógeno y el fósforo de las aguas que acaban en la marisma. Años después, la situación sigue siendo la misma.
«Los acuíferos están en mal estado cualitativo, y este informe demuestra que no se están tomando las medidas oportunas», resalta Felipe Fuentelsaz, coordinador del proyecto Doñana de WWF.
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