China tiene un problema de agua. Según el Banco Mundial, la disponibilidad de agua per cápita del país es de cerca de un tercio de lo que está disponible para el resto del mundo. Dicho de otra manera: China tiene que abastecer a una quinta parte de la población del mundo con un veinteavo de su agua. Con el rápido crecimiento y la industrialización, el país necesita idear una forma de aumentar su suministro.
«Éste es un proyecto que ejemplifica a la perfección la increíble valentía del gobierno chino», dice John Minnich, un analista de Asia oriental para el grupo de investigación Stratfor. «La enormidad de lo que China está tratando de lograr es alucinante».
El precio total del proyecto se estima en 62,000 millones de dólares, pero el costo real es probablemente mucho más alto, dice Scott Moore, miembro de la Escuela de Gobierno Kennedy de Harvard. Cientos de miles de residentes han sido desplazados por el desvío del río. Y las preocupaciones ambientales sobre la calidad del agua y la escasez general persisten a pesar de la construcción.
Sin embargo, dado el masivo crecimiento de China, los proyectos gigantescos pueden lucir francamente pragmáticos. «Por un lado, hay muchas posibilidades de tener impacto ambiental», dice Stephen Ip de KPMG. «Por otro lado, no tenemos suficiente agua en el norte. ¿De dónde vamos a obtenerla?».