Amar el agua, esa es la cosa Albert

Hay palabras que no usamos porque nos da miedo su belleza. Una de ellas es el verbo amar. No es que nos parezca cursi recurrir a ella: es que nos acollona hacerlo. Sin embargo no se me ocurre otra expresión más directa y exacta para invocar nuestra relación con la naturaleza.

AGUAeldiario.es / C. P.

Si nuestra relación con la naturaleza se basara en eso, en el amor y el respeto, no se cometerían la mitad de las tropelías de las que suelo dar crónica en este rincón de eldiario.es, ni tendríamos que leer las sandeces con las que algunos políticos se refieren a ella. La última, la del encumbrado Albert Rivera, líder de Ciudadanos, que esta misma semana se refería al agua como “recurso” afirmando que si gobierna no permitirá “que se pierda en el mar”.

Está claro que Albert no ama el agua. Es más: su desafortunada frase demuestra que la desconoce absolutamente.

Si la conocieras Albert, sabrías que el agua es mucho más que un recurso: es la sangre de la naturaleza. Una sangre que corre por sus venas, que son los ríos, irrigando y manteniendo todo lo que ves a tu alrededor tanto en la ciudad como en el campo. Industrias, edificios, bosques: absolutamente todo lo que se alza ante tu mirada está ahí por el agua. Es más: si ves lo que ves es gracias a esas dos gotas de agua que te ha dado la naturaleza y que son tus ojos, en un 90% agua. Y si puedes interpretar lo que ellos ven es por esa gran maravilla del reino animal, esa obra de arte de la evolución que es el cerebro humano: en un 80% agua. Luego, un respeto Albert, no la insultes ni insultes a los que la amamos rebajándola a recurso.

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